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Las colas para poder entrar eran enormes, con una media de espera de 2 a 3 horas y por ello muchos de los que intentamos pasar a ver el congreso nos tuvimos que dar la vuelta.
Sin duda alguna lo que más atrae a la gente de este evento es poderse sentar en la silla del presidente del gobierno y otros cargos políticos, además de ver los agujeros de bala en el techo de la sala que disparo Tejero en 1981.
Por otra parte, para los que si consiguieron entrar, a la salida les esperaba una copia de la constitución y una bolsa de regalo. Esperemos que el año que viene las jornadas se organicen de forma que todo el mundo pueda entrar al congreso y nadie se quede fuera.
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