Es broma hombre, la culpa no es de telefónica. Ayer, dia 4 de marzo, el fuerte viento que sufrimos en Madrid arrancó de cuajo tres soportes de un cartel de telefónica (del 11822, que ironía), situado en la azotea de un edificio cercano a Avenida de América. De hecho es el primer edificio justo antes del famoso "hotel de colorines". Este edificio se sitúa a escasos metros de la A-2, por lo que se cortó la carretera y las calles circundantes, por seguridad (¿os imagináis que vais tan tranquilos en vuestro autobús y os cae encima una mole de metal de quince metros?). Hoy, los bomberos todavía no pueden hacer nada para quitar el cartel, puesto que el viento continía siendo muy fuerte, y no se sabe dónde podrían salir disparados los trozos. Pero eso sí, hay dos pedazo de gruas apostadas en la zona. Todo esto ha generado un caos circulatorio inusitado.
Y es que las cosas se hacen muy mal. Sí, está claro que un accidente es imprevisible, nada se puede hacer, pero es que la organización del tráfico después de el suceso ha sido mala. Veréis, los autobuses que van al intercambiador de Avenida de América pasan por un carril que va al lado de la A-2, separados por un murito de estos de piezas de hormigón. Pero éste carril y la A-2 se juntan en más de un punto. Concretamente, hay un punto de unión justo antes del edificio del cartel, y otro justo después. Lo lógico sería que los señores guardias de tráfico enviasen a los autobuses desde este carril a la A-2, y luego desde la A-2 al carril, sorteando así la zona peligrosa. Pues ayer, cuando iba yo hacia la universidad, no se les ocurrió otra feliz idea más que enviar a los autobuses hacia la derecha, por una carretera, para meter a todo el tráfico a callejear por mitad de Madrid, en la zona de Cartagena. Un maldito caos. Los autobuses paraban en los semáforos y los conductores preguntaban a los peatones: "Por aquí... ¿cómo llego al intercambiador?". En fin... lo más gracioso es que tras media hora, cuando por fin llegamos a enlazar con el carril que iba al intercambiador, vimos cómo ahora los guardias enviaban a los buses por el camino que dije antes: carril-A2-carril. Pero esa grandiosa idea ya llegaba tarde, el daño estaba hecho: caos de tráfico, y yo llegué tarde a clase, claro.
En fin, aparte de mi mala intención, ¿qué pasa en Madrid que cada vez que llueve, nieva o hace viento se colapsan las carreteras? Sé que un accidente es imprevisible, y nadie tiene la culpa de que se caiga un cartel... bueno, quizá si un poco.
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